El Bosque Eterno solía ser un lugar tan dichoso. Ahora ya no. No con todos esos monstruos acechando. La belleza élfica no podía luchar contra los dos trolls gigantes, la matarían de inmediato. Pero podía ganarse su libertad. Mucho mejor dotados que sus anteriores amantes elfos, las dos criaturas sucias y aterradoras golpearon a la belleza hasta hacerla gozar con sus pollas grandes, duras y puntiagudas.