A Emma le gustó John desde el primer momento en que lo vio. Juntos destrozaron la pista de baile de house party, con el vestido rojo de ella girando mientras él acompañaba con pericia cada uno de sus sensuales movimientos. Estaban guapísimos, la pareja perfecta. Así que, ¿por qué no se lo llevaba a una habitación tranquila y le dejaba devorar su manguito como un hipopótamo hambriento? Pero John no era un hipopótamo. Era una criatura totalmente distinta. ¿Viviría Emma para arrepentirse de su decisión de este rapidito de fiesta, o descubriría que ella también tenía un gusto por algo exótico y raro?